Geochicas, (@GeochicasOSM) es un colectivo de mujeres mapeadoras en al menos 3 continentes, que trabajan en favor del empoderamiento femenino y la reducción de la brecha de género en las comunidades hispanohablantes de #OpenStreetMap y en otras asociadas al mundo del software libre y los datos abiertos.
En entrevista con PC, Celine Jacquin, (@mapeadora) y Selene Yang, (@la_geofeminista), dos de las tres coordinadoras de este proyecto, nos hablan de Geochicas y de la importancia de incluir la perpectiva de género y el acceso de la mujer a carreras vinculadas a los datos, entre otros aspectos.
PG -Uno de los ejes temáticos de vuestro trabajo se centra en «la comprensión de los mecanismos de liderazgo y sus frenos en la dimensión colectiva», contadanos qué proyectos tenéis actualmente en marcha en este 8 de marzo, en los que puedan también participar las personas interesadas.
CJ/SY –Geochicas es antes que todo un espacio libre para discusión de las mujeres que se sienten menos a gusto y libres de tomar liderazgo en grupos mixtos, y desean de forma paralela o exclusiva, estar en un espacio seguro. Para nosotras es importante crear espacios donde la seguridad y el cuidado colectivo sean los ejes de nuestro grupo. Geochicas es esto antes que un espacio para generar proyectos.
Sin embargo, ahora mismo estamos trabajando en la segunda versión de nuestra encuesta sobre diversidad de género en OpenStreetMap. La primera fue llevada a cabo por nosotras en 2018 cómo una acción que fue colectivamente identificada como necesaria en el State of the Map de Sao Paulo. Los resultados indicaban (desde una muestra que no era representativa, pues el carácter anónimo de la comunidad OpenStreetMap no lo permitiría) que un 56,8% de las personas se autodefine como hombre, 39,83% com mujer, 0,41% como persona transgénero en la comunidad. Planteamos está encuesta como periódica para entender evoluciones, por lo que es tiempo de lanzar la nueva edición en los próximos meses.
Estas encuestas también aportan datos sobre las relaciones y las dinámicas de liderazgo que se dan en la comunidad, y no únicamente sobre la construcción demográfica de OSM. También queremos analizar cuáles son las acciones que pueden tomarse para crear una comunidad más saludable para las personas que desean sumarse.
Tenemos otros proyectos permanentes o semipermanentes que han correspondido con necesidades del sector y el involucramiento de ciertas geochicas en activismos, por ejemplo mapas de documentación de los movimientos sociales. El de cómo se ha extendido y reapropiado la performance “Un violador en tu camino”, que ha tenido un enorme alcance en redes y medios, lo que era nuestro objetivo, el de concienciación.
Y otro que ya tiene valor de atlas por cierta historicidad que se le está dando (y lo estamos repitiendo este año de cara a este 8 de marzo): la localización de actividades y manifestaciones feministas en torno al Día Internacional de la mujer. Con este mapa, que idealmente continuará cada año, queremos demostrar la amplitud y las evoluciones del movimiento (en el espacio, los temas tratados, el público, etc.). Lo estamos continuando este año.
Para este mes de la mujer y el Día Naranja (25 de noviembre) estamos impulsando la recopilación por parte de tod@s l@s que quieran participar, de listas de servicios dedicados a la mujer (en particular servicios para víctimas de violencia de género contra la mujer y niña) con su ubicación exacta y la descripción de sus servicios y contactos; para posteriormente integrarlos a OpenStreetMap (ver abajo el trabajo del grupo UAMaps de la Ciudad de México que han iniciado mapeando lugares seguros para las mujeres). Va a ser una actividad lanzada el 8 de marzo, y continuará hasta el 25 de noviembre (ver Twitter de @geochicasosm), donde se mostrarán los resultados. Quien quiera participar se puede poner en contacto por redes sociales, (@GeochicasOSM).
PG -¿En qué momento os dais cuenta de la brecha de género existente, tanto en las comunidades de OpenStreetMap, como en las vinculadas al mundo del software libre y los datos abiertos?
CJ/SY -Pues si uno observa atentamente, la brecha de género en el mundo de las comunidades y tecnologías del software libre se hace evidente en todo momento, e incluso desde que una se une a cualquier grupo o movimiento la proporción parece ser siempre menor del 10%. Por ejemplo, sólo el 18.3% del contenido de los proyectos de Wikimedia es sobre mujeres. Para el 2017, sólo 11.0% de las personas mantenedoras de paquetes en R se identificaban como mujeres o personas no binarias. Según datos de 2016, únicamente el 2% de las personas contribuidoras en los repositorios de Python se identificaban como mujeres.
Y es tan normal que en general dejamos de notar este tipo de disparidades. Creemos que el acceso de las mujeres a carreras enfocadas a datos -y no meramente a carreras enfocadas a lo social- es un problema sistémico en las estructuras educativas formales. Algo que también evidencia las diferentes barreras tanto materiales como simbólicas que las mujeres enfrentan en estos espacios. Por ejemplo, los hombres tienen mayor posibilidad de tener el poder adquisitivo para comprar celulares o computadoras que las mujeres. Aquí es cuando el acceso a la educación puede pensarse desde un enfoque de género.
A nosotras nos empezó a hacer ruido siendo parte de la organización de un evento regional de OSM llamado State of the Map Latam, con sede en Sao Paulo. Cuando nos dimos cuenta que éramos tres mujeres opinando ante más de 50 hombres -y que esto nos causaba un real problema de coordinación por los estilos de las personas- el tema surgió dentro del grupo de organizadores junto con el deseo claro de dar un enfoque de diversidad al evento, dando lugar a un foro abierto de reflexión antes y durante el State of the Map, y a la formación de la red Geochicas durante la conferencia, que empezó -como todo- con un chat, y una activación de reflexión en redes con el hashtag #OSMintegra.
Pero la iniciativa de formar espacios seguros en el sector de datos y tecnologías surge en todos lados, todo el tiempo, lo que demuestra su pertinencia para muchas mujeres. Mientras nacía un capítulo de Youthmappers en la UAM en Ciudad de México, se formaba en paralelo un grupo de mujeres, las Morras Socioterritoriales, quienes sintieron la necesidad de reunirse más entre mujeres y tratar temas territoriales que le afectan a las mujeres. A manera de respuesta a una clásica crítica de hombres detractores sobre el porqué generar brechas entre los géneros con este tipo de espacios, responderíamos entonces que lo que se crea con esfuerzo y prospera es porque las personas así lo necesitan. Y lo que hemos visto es que al contrario, estos espacios seguros son espacios donde se cultiva el liderazgo, el cual, una vez fortalecido, se aplica en espacios mixtos.
PG -¿En qué aspectos consideráis que esta brecha de género nos afecta?
CJ/SY -Nos afecta en todo momento y en todos los aspectos: si las mujeres no son parte del desarrollo de las ciencias pues el sistema sigue siendo hecho desde una visión limitada, en este caso la de los hombres: impacta el sistema mismo, las agendas que se desarrollan, el entendimiento de los contextos y de las soluciones, etcétera, así que ninguna solución será completamente satisfactoria para la otra mitad de la población. Es una simple cuestión de perspectiva, la cual es incompleta si no integramos a todxs.
Creemos que también es importante entender estas brechas y la disciminación en los espacios tecnológicos desde una mirada interseccional. ¿A qué nos referimos con eso? A entender la disparidad del acceso desde la racialidad de las personas, las discapacidades motoras o cognitivas, las edades, y muy importante, también desde el lenguaje, ya que la mayoría de las conversaciones, la producción de código, se da en inglés como lenguaje por defecto.
PG -¿Contemplar este tipo de cuestiones puede ayudar a combatir la violencia de género? ¿Cómo?
CJ/SY -Esto lo podríamos decir de forma muy general en todo tema de la sociedad: si procuramos la diversidad entre los grupos de población, los que sean (desde la perspectiva interseccional), y también procuramos una representación equitativa de estos grupos en la toma de decisiones de cualquier tipo, entonces permitimos que los grupos entre sí dialoguen, se conozcan, se entiendan mejor, y aprendan a consensuar. Esto claramente limita el lugar de la violencia, pues si hay consenso no hay necesidad ni tampoco hay aceptación de comportamientos que se imponen sobre otros y limitan.
Por otro lado, hacer que grupos minimizados -que generalmente no tienen voz- participen en espacios, en la reflexión, en la toma de decisiones, hará que los temas de violencia de los que generalmente las minorías sufren por ser discriminadas, lleguen a la mesa. Así ha sucedido en el foro de la conferencia de Sao Paulo. El tema estuvo ahí entre otros.
La violencia de género puede verse también en microagresiones y en acciones que puedan poner en detrimento la salud mental o física de una mujer o género disidente. Para nosotras, la imposibilidad de la toma de decisiones por falta de representatividad dentro de las comunidades de práctica de las que somos parte, también es una violencia. Los chistes sobre cómo las mujeres o géneros disidentes somos “muy emocionales”, es también una violencia. Consideramos que desde la creación de un dato, hasta las disputas por el lenguaje con el que construimos nuestras comunidades deben ser pensadas como prácticas libres de violencia hacia cualquier comunidad marginalizada que participe.
Que existan grupos como Geochicas, PyLadies, RLadies, entre otras, apoya no sólo a las mujeres y géneros disidentes dentro de la comunidad, sino que también le abre la puerta a nuevas personas a que participen de espacios más seguros y justos para elles.
PG -En 2018 pusisteis en marcha la creación de un mapa online para visibilizar la falta de representación de nombres de mujeres en las calles de ciudades de América Latina y España. ¿Qué resultados o conclusiones sacasteis de este proyecto? ¿Sigue en marcha?
CJ/SY -El proyecto Las Calles de las Mujeres inició como una respuesta a también tomarnos las calles -desde nuestras diferentes latitudes- en un esfuerzo colectivo de Geochicas. El proyecto, a mayo de 2022, contaba con 32 ciudades analizadas en total (unas 5 más están en proceso de integración, ¡no nos damos abasto!), de las cuales 17 se distribuyen entre 8 países en Latinoamérica y 15 ciudades se distribuyen en dos países en Europa.
La conclusión más obvia es que hay una fuerte disparidad de representación de las mujeres en los espacios públicos urbanos en muchos países. Así como también una amplia brecha en relación a la producción de conocimiento colaborativo sobre la vida y logros de estas mujeres. A esto nos referimos con los porcentajes de las biografías de estas mujeres escritas en Wikipedia.
Parte de los resultados encontrados de forma general con este proyecto, es que la mayoría de las calles nombradas en honor a una mujer, son nombres de personajes religiosos, ejemplo: Calle Santa Sofía, Calle Virgen María, y muy pocas son realmente seculares, o cuentan con algún tipo de carga histórica-social más allá de la representación religiosa.
PG-¿Cómo pueden participar en vuestros proyectos las personas interesadas?
CJ/SY -Las mujeres o personas que se identifican como mujeres y que desean formar parte de este grupo y espacio seguro, pueden escribir a cualquier Geochica en las redes para pedir una invitación. Lamentablemente ya no es un grupo abierto desde que hace algunos años sufrimos una invasión engañosa del grupo por parte de un hombre que quería descalificar nuestra iniciativa. Este incidente nos regresa nuevamente a justificar nuestra razón de ser como espacio seguro, entre constantes y diversas muestras de discriminación.