Este año se cumplen 10 años del nacimiento de Wikileaks y cuatro del “refugio forzoso” de su fundador Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres. El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias (#UNWGAD) acaba de concluir que la detención de Julian Assange es arbitraria, además de señalar que su decisión es “legalmente vinculante”.
A lo largo de estos años hemos vistos distintas fases tanto en el recorrido de la organización (una alternativa al periodismo tradicional, una red global de individuos, una organización postestado, un repositorio histórico de documentos oficiales, un paraguas para whistleblowers…) como en la biografía de su fundador, el australiano Julian Assange. Sin embargo, su filosofía es quizá su huella más visible y resistente.
La nueva dinámica de filtraciones facilitada por las nuevas formas tecnológicas y sus protocolos de almacenamiento de la información ha modificado la cadena de secretos que había definido históricamente las relaciones organizacionales. Hasta el ‘Cablegate’, las grandes filtraciones habían procedido esencialmente de actores principales dentro de la cadena de gestión de la información (en el caso Watergate, del número 2 del FBI).
Sin embargo, en un mundo donde quienes gestionan la información ya no son los actores que toman las decisiones (como son los ejemplos de Manning o Snowden) es más fácil que todo aquello que no deba ser “secreto” sea revelado (hay más actores dispuestos a hacerlo y más medios para ello).
Para el héroe/villano de Wikileaks, Julian Assange, la formulación del debate en torno a la nueva cultura de la transparencia ha de plantearse como una ecuación simple: “privacidad para el débil, transparencia para el poderoso”. Y su solución, subrayará el australiano en Cypherpunks necesita de un proceso de aprendizaje: «De la misma forma que aprendimos a lavarnos las manos, debemos aprender a salvaguardar nuestra privacidad”.
Hasta su detención, la importancia de Wikileaks no había estado tanto en su capacidad para revelar secretos como en su capacidad para sugerirlos (un ejemplo serían buena parte de las revelaciones del Cablegate). Hasta ese momento las alianzas estratégicas (de carácter puntual) estaban asociadas principalmente a medios tradicionales y a su capacidad para ejercer de altavoces de las filtraciones; mientras que las colaboraciones naturales (mucho más sólidas en el tiempo), se vinculaban a periodistas y organizaciones que compartían su concepción teleológica.
Desde entonces, y ante la limitación de movimientos mediáticos y cooperativos de Assange, las revelaciones de Wikileaks no han tenido el mismo impacto.
Entre las filtraciones más importantes de este periodo destacan:
1.- (5 de julio de 2012) Syria Files: Más de 2 millones de correos enviados entre agosto de 2006 y marzo de 2012 sobre actores políticos relevantes de Siria.
2.- (Abril de 2013) Los Cables de Kissinger: Wikileaks hace público el buscador PlusD para filtrar 1,7 millones de documentos diplomáticos elaborados por las embajadas de Estados Unidos entre 1973 y 1976 (tuvo continuación con los cables de Carter).
3.- (Septiembre de 2013) La tercera entrega de los Spy Files: 249 documentos sobre empresas dedicadas al negocio de la inteligencia global. Las llamadas tecnologías de doble uso (mostradas por los Spyfiles) habían funcionado como un mercado negro de la privacidad durante años (y también como una herramienta contra nuevas formas de democratización).
Sin embargo, y a pesar de su denuncia pública, no se ha desarrollado desde entonces una sanción social hacia aquellas empresas y gobiernos que venden su tecnología a gobiernos totalitarios (para controlar las actividades de sus ciudadanos), ni tampoco hacia aquellas que fomentan la pérdida de intimidad de la ciudadanía (entre otras cuestiones por el auge del terrorismo internacional).
4.- (13 de noviembre de 2013) Se publica un capítulo del Acuerdo Secreto de la Asociación Trans-Pacífico (TPP) sobre derechos de Propiedad Intelectual.
5.- (19 de junio de 2015) The Saudi Cables: 122619 cables procedentes del Ministerio de Exteriores Saudí.
6.- (23 de junio de 2015) «Espionnage Élysée«. Se publican documentos que demostrarían el espionaje por parte de la NSA estadounidense desde 2002 de las comunicaciones de los Presidentes de la República Francesa (Chirac, Sarkozy y Hollande), grandes empresas francesas (y la negociación de contratos a nivel global), etc. En julio de ese mismo año, Wikileaks hizo públicos documentos que demostrarían la intercepción de las comunicaciones por parte de la NSA a la canciller alemana Angela Merkel, así como a la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
En este mismo periodo también destaca su papel en junio de 2013, cuando Julian Assange confirma que Wikileaks está en contacto con el analista estadounidense Edward Snowden quien acababa de desvelar a Glenn Greenwald el programa de vigilancia Prism de la NSA (que recogía las comunicaciones de los usuarios de empresas tecnológicas como Microsoft, Google, Yahoo, Facebook, YouTube, Skype o Apple).
Los desafíos morales, políticos y tecnológicos de la transparencia y de la privacidad en la próxima década
A la espera de posibles movimientos por parte de la Administración estadounidense (a través de los gobiernos sueco y británico -quien anunció que «la orden de arresto sigue en vigor»-), es indudable que el nuevo rol de Julian Assange –en un escenario de libertad- volvería a impulsar mediáticamente la cibercultura que se ha desarrollado en los últimos diez años a favor de la privacidad individual y la creación de mecanismos de control y rendición de cuentas de gobiernos y multinacionales por parte de ciudadanía, nuevos actores políticos y organizaciones de la sociedad civil.
Este nuevo escenario lleva tiempo planteando un nuevo desafío jurídico, tanto para periodistas como para emisores de alarmas de corrupción –whistleblowers/lanceurs d´alerte– que casi ningún Gobierno se atreve a plantear.
El papel que pueden tener tanto Assange como Snowden a la hora de revitalizar mediáticamente una cultura de la transparencia que quedó parcialmente enterrada por las urgencias políticas de la crisis económica parece uno de los grandes desafíos de esta “organización mediática multinacional”.
La red de redes espera entrar en una nueva fase histórica y política, la institucionalización de una parte fundamental de la cultura de internet en la política tradicional y es indudable que su dinamizador/influencer/hacker/líder de opinión más visible es Julian Assange.
Nota: Este artículo fue publicado previamente en bez.es el 5 de febrero de 2016.
Imagen Portada: Antonio Marin Segovia en Flickr bajo licencia CC.
Imagen de Recurso: Gianluca Costantini en Flickr bajo licencia CC.