Según informa el Wall Street Journal, unos 70.000 taxis de la capital china Pekín están equipados con micrófonos activables por control remoto y conectados a una central de inteligencia. Además, unos dispositivos de GPS instalados a bordo permiten conocer la posición y el recorrido del vehículo.
La versión oficial es que estos micrófonos sirven para aumentar la seguridad de los taxistas. Sin embargo, según Phelim Kine de Human Rights Watch, «esto parece más bien un intento, por parte de la policía y otras fuerzas de seguridad, de espiar las conversaciones de los pasajeros».
Sirva esta noticia de recordatorio del férreo control que las autoridades chinas ejercen, no ya sobre las opiniones expresadas en la prensa tradicional y en internet, sino también sobre conversaciones privadas en espacios como habitaciones de hotel, salas de reuniones, o medios de transporte. De hecho el Ministerio del Interior de EEUU recuerda a los ciudadanos estadounidenses que viajen a China durante las Olimpiadas, que «deberán tener presente que no hay expectativas razonables de privacidad en lugares públicos ni privados», según cita el Wall Street Journal.