Así lo anuncian en el blog del Committee to Protect Bloggers, solicitando comentarios y opiniones sobre la conveniencia de seguir usando Facebook como el medio a través del que comunicarse con sus miembros y sugerencias sobre vías alternativas a esa red para cumplir esa función.
Las razones para plantearse el abandono de la red social no son otras que la serie de despropósitos que sus responsables vienen cometiendo desde hace tiempo. El más sonado de ellos es el famoso asunto de las Condiciones de Uso de la red, cuando hace unos meses pretendían mantener la propiedad de todos los datos aportados por los usuarios, aun después de que éstos se dieran de baja del servicio. Las protestas masivas de los usuarios hicieron dar marcha atrás a Facebook en ese propósito, pero el daño de imagen ya estaba causado.
Y no es ése, aunque grave, el único patinazo que el CPB menciona. Ofrecer información de un usuario a las autoridades de Marruecos para su arresto o la permisividad mostrada con los grupos de ideología nazi que alberga la red son otras de las causas para que la organización en defensa de los bloggers se esté pensando si continuar en ella.
Las célebres Condiciones de Uso son siempre el paraguas bajo el que Facebook se cobija para justificar esas polémicas decisiones. Que si el usuario marroquí las incumplía, que si los grupos nazis no las incumplen… Una excusa que pocas veces convence, a la vista de que partiendo de esas Condiciones los responsables de la red pueden tomar las decisiones más dispares, que más inducen a pensar en criterios arbitrarios y caprichosos para los que sólo son un oportuno escudo.
Como recuerdan desde el CPB, admitiendo que se lo pensaron bastante antes de utilizar ninguna red social, es difícil encontrar alguna empresa de las que están tras ellas que pueda ser considerada totalmente inocente. Pero también es cierto, como hacen ver, que Facebook se lleva la palma en cuanto a comportamientos reprochables o sospechosos.
No sabemos cuál será la decisión final del CPB, pero sus dudas pueden motivarnos para detenernos a pensar qué Red estamos construyendo o permitiendo que se desarrolle. Si la que defiende la libertad y ayuda a llevarla allá donde aún no existe -en la que el periodismo ciudadano cobra un particular sentido- u otra muy distinta en la que los propios proveedores de las herramientas que usamos para comunicarnos e informar colaboran con la censura o la ejercen directamente.