Récord de Asesinatos en Pakistán: La Heroica Resistencia de Periodistas Profesionales y ciudadanos

Imagen de SplitShire en Pixabay

El conflicto en Pakistán ha vuelto a poner de manifiesto la importancia de los reporteros ciudadanos, quienes en un contexto de guerra y peligro extremo deciden informar sobre situaciones difíciles de cubrir por los corresponsales extranjeros.

En los primeros seis meses de 2024, siete periodistas han sido asesinados en Pakistán, marcando una cifra anual récord. La víctima más reciente, Khalil Jibran, ex presidente de un club de prensa local en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán, murió en junio tras ser tiroteado en una emboscada.

Adil Jawad, miembro de una organización dedicada a investigar los asesinatos de periodistas, señalaba en The Guardian cómo al menos cuatro de los siete casos –que incluyen tanto a periodistas tradicionales como a reporteros ciudadanos– probablemente están relacionados con su trabajo informativo. La mayoría de estas muertes han ocurrido en pueblos y ciudades pequeñas, donde el papel de las redes sociales ha sido fundamental para amplificar el perfil de los periodistas profesionales y brindar una plataforma a los reporteros ciudadanos.

Dan Gillmor, profesor y periodistas, considerado el padre del periodismo ciudadano, puso de manifiesto cómo «la tecnología ha democratizado los medios, permitiendo que cualquiera pueda ser un reportero. En situaciones donde la prensa tradicional no puede llegar, los ciudadanos se convierten en la fuente de información más valiosa». Esto que se puso de relieve especialmente durante las revueltas de la Primavera Árabe, donde los ciudadanos documentaron y difundieron en tiempo real los eventos que los medios convencionales no podían cubrir debido a restricciones gubernamentales y de acceso al territorio. En Pakistán, este fenómeno se repite, con reporteros ciudadanos llenando, en ocasiones, los vacíos dejados por la prensa tradicional.

En mayo, Nasrullah Gadani, un periodista conocido por exigir responsabilidades a políticos locales en sus reportajes, fue asesinado en el distrito de Badin, en la provincia de Sindh. Su muerte desató una ola de protestas, con su hermano Yaqoob Gadani acusando a Khalid Lund, miembro del parlamento local, de ser el autor intelectual del asesinato. Lund ha negado las acusaciones.

Solo tres días antes, otro periodista, Kamran Dawar, fue asesinado en el distrito de Khyber Pakhtunkhwa, en Waziristán del Norte. Estos asesinatos han ocurrido en un contexto de “impunidad generalizada” para los perpetradores.

Anthony Bellanger, secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, subrayó la necesidad de proteger a los periodistas en Pakistán, afirmando: “Los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación en Pakistán tienen el derecho constitucional a la libertad de expresión, sin embargo, esto se ve socavado por ataques selectivos, agresiones y asesinatos. Las autoridades deben garantizar que los medios de comunicación tengan libertad para trabajar sin temor a represalias y garantizar que estos asesinatos estén sujetos a una investigación inmediata, exhaustiva y transparente”.

Pakistán ha caído dos puestos en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de este año, situándose en el puesto 152 de 180 países. Reporteros sin Fronteras destaca que Pakistán es «uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas, con tres o cuatro asesinatos cada año, a menudo relacionados con casos de corrupción o tráfico ilegal y que quedan completamente impunes».

Según el Center for Journalism Ethics el periodismo ciudadano está llenando los vacíos dejados por los periodistas profesionales en zonas de conflicto. A medida que disminuye el acceso de los corresponsales extranjeros, los ciudadanos locales han asumido el rol de informar sobre los eventos en tiempo real, utilizando plataformas como Instagram.

La creciente violencia contra los periodistas, incluidos los reporteros ciudadanos, subraya la necesidad urgente de un entorno más seguro y de justicia para aquellos que arriesgan sus vidas para mantener informada a la población. En tiempos de conflicto, el periodismo ciudadano se erige como un elemento vital para la transparencia y la rendición de cuentas en la sociedad.

DW destaca cómo los riesgos de seguridad, la intimidación y el abuso en línea están obligando a muchos periodistas a abandonar Pakistán. Además, el artículo menciona la represión a la que se enfrentan toda clase de informadores no profesionales: «El mes pasado, las autoridades citaron a más de 40 periodistas y youtubers para interrogarlos por sus críticas a los jueces de la Corte Suprema»​.

cuando aún queda medio año por delante. La víctima más reciente, Khalil Jibran, ex presidente de un club de prensa local en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán, murió en junio tras ser emboscado y baleado por dos hombres mientras conducía.

Adil Jawad, de una organización dedicada a investigar los asesinatos de periodistas, ha indicado que al menos cuatro de los siete casos –que incluyen tanto a periodistas tradicionales como a reporteros ciudadanos– probablemente están relacionados con su trabajo informativo. La mayoría de estas muertes han ocurrido en pueblos y ciudades pequeñas, donde el papel de las redes sociales ha sido fundamental para amplificar el perfil de los periodistas profesionales y brindar una plataforma a los reporteros ciudadanos.

El periodismo ciudadano ha crecido significativamente en Pakistán en los últimos años, impulsado por el auge de las redes sociales y las restricciones impuestas a la prensa convencional. Los ciudadanos se han encargado de cubrir el deterioro de la seguridad pública y la corrupción entre la élite gobernante, arriesgando sus vidas en el proceso.

En mayo, Nasrullah Gadani, un periodista conocido por exigir responsabilidades a políticos locales y señores feudales en sus reportajes, fue asesinado en el distrito de Badin, en la provincia de Sindh. Su muerte desató una ola de protestas, con su hermano Yaqoob Gadani acusando a Khalid Lund, miembro del parlamento local, de ser el autor intelectual del asesinato. Lund ha negado las acusaciones.

Solo tres días antes, otro periodista, Kamran Dawar, fue asesinado en el distrito de Khyber Pakhtunkhwa, en Waziristán del Norte. Estos asesinatos han ocurrido en un contexto de “impunidad generalizada” para los perpetradores, como señala Jawad.

Anthony Bellanger, secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, subrayó la necesidad de proteger a los periodistas en Pakistán, afirmando: “Los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación en Pakistán tienen el derecho constitucional a la libertad de expresión, sin embargo, esto se ve socavado por ataques selectivos, agresiones y asesinatos. Las autoridades deben garantizar que los medios de comunicación tengan libertad para trabajar sin temor a represalias y garantizar que estos asesinatos estén sujetos a una investigación inmediata, exhaustiva y transparente”.

Pakistán ha caído dos puestos en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de este año, situándose en el puesto 152 de 180 países. Reporteros sin Fronteras destaca que Pakistán es «uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas, con tres o cuatro asesinatos cada año, a menudo relacionados con casos de corrupción o tráfico ilegal y que quedan completamente impunes».

La creciente violencia contra los periodistas, incluidos los reporteros ciudadanos, subraya la necesidad urgente de un entorno más seguro y de justicia para aquellos que arriesgan sus vidas para mantener informada a la población. En tiempos de conflicto, el periodismo ciudadano se erige como un bastión de verdad y resistencia, vital para la transparencia y la rendición de cuentas en la sociedad.

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