Es evidente que un tema muy discutido hoy en día es la falta de libertad de información y prensa en todos los países del mundo, en mayor o menor medida. En la actualidad, en concreto en España, está vivo el debate sobre la elaboración de un proyecto de ley con la capacidad suficiente como para proporcionar a la sociedad la información que solicite siempre que no sea de máxima seguridad para la nación. El único objetivo es romper el tabú de “el secreto es la regla; la información es la excepción”.
En este panorama surge el gigante asiático, que desde los años 70 ha experimentado un rápido crecimiento económico, pasando de ser un país fundamentalmente agrícola a convertirse en una de las más grandes maquinarias a nivel industrial en todo el mundo, pudiendo mirar de tú a tú a Estados Unidos. Los avances sociales, a su vez, han sido enormes, de modo que se puede eliminar esa imagen maoísta que tenemos de China, en la que, como Daniel Méndez nos explica, se controlaba el tiempo que cada ciudadano podía estar con su mujer o el número de hijos, limitado a uno por la superpoblación. Ahora se puede hablar de una China moderna, con un mercado de relativo consumo, cierta iniciativa privada, y mayor libertad de acción dentro de la familia.
Sin embargo, y como ocurre en multitud de países, la imagen que existe de China como país opaco y totalmente censurador es falsa. Si bien es cierto que existe una censura por parte del régimen frente a determinadas informaciones sensibles para la población o contrarias al gobierno, no es verídico que se censuren todos los medios extranjeros.
Hace no muchos años, la empresa Google tuvo ciertos problemas al instaurar sus servidores en China, pues pretendía exportar un modelo de transmisión de información en el que se daba plena libertad a los internautas, lo que era completamente contrario a las pautas del gobierno chino. Si bien es cierto que, tras una verdadera batalla digital, Google tuvo que mudar sus servidores a Hong Kong, también se puede corroborar cómo otros medios de prensa o de información extranjeros no son censurados. Daniel Méndez, director de ZaiChina.net, y residente en China desde hace varios años, nos confirma que no sólo no se censuran los medios extranjeros, sino que se tiene mayor acceso conforme el idioma de los mismos es menos dañino (en lo referido a su uso) al régimen. Así, los medios que mayor probabilidad de sufrir censura, dentro de una censura prácticamente inexistente, son los escritos en inglés. En el caso de los medios españoles, no existe ningún peligro, pues como dice D.Méndez: “El porcentaje de población que va a leer estos medios es bastante reducido, por eso el control se concentra en las páginas webs en chino.”
El único ámbito en el que existe una verdadera “represión” sobre los contenidos en la web son en medios extranjeros cuando se producen hechos poco comunes, véase el nombramiento como Premio Nobel de la Paz de Liu Xiaobo, o en las propias redes sociales o medios de prensa chinos, en los que aparezcan contenidos dañinos a la imagen del régimen, pornografía o contenidos similares. Generalmente, la censura ya mencionada se realiza a través de varios medios. Tras preguntar a D.Méndez sobre el “Proyecto Escudo Dorado”, nos lo ha descrito como un software que funciona en diversas interfaces. Partiendo del hecho de que redes sociales como Facebook o Twitter, servidores de vídeos como Youtube y periódicos cuyas publicaciones dañan o no gustan al régimen (como The New York Times) están ya de inicio censurados, los métodos empleados por el “Proyecto Escudo Dorado” son el bloqueo de toda página que contenga palabras en clave que se consideran negativas para el Partido Comunista (masacre de Tiananmen o resistencia del Tíbet) y la presión legislativa a las empresas privadas encargadas de dirigir los servidores de blogs y páginas webs, obligándoles si es oportuno a borrar o inutilizar todo contenido que sea perjudicial. Todos estos métodos van acompañados de una serie de propagandas, favorables al régimen y ampliamente extendidas por la red, gracias a los enormes gastos del gobierno, que se estiman en unos 800 millones dólares, y a internautas progubernamentales cuya cifra se estima alrededor de 280.000.
A pesar de todo ello, y sabiendo que China cuenta con un eficaz software capaz de inutilizar toda web o servidor no deseado, no se puede hablar de una completa ausencia de libertad de prensa y de información. Así, es cierto que la libertad de prensa es casi plena desde diferentes puntos de vista, mientras que de otros no: en primer lugar, la mayor parte de medios extranjeros están considerados como inofensivos a los ojos del régimen, de ahí que no sean taponados. A su vez, y en este caso se puede recurrir a la experiencia de D.Méndez como periodista en China, se puede informar de todo lo que ocurre en el país con amplia libertad, siempre que no se toquen temas conflictivos, por lo que en este caso hablamos de parcialidad en cuanto a la libertad citada. El único inconveniente es la obligación de los periodistas extranjeros de solicitar una acreditación en la Oficina de Prensa del Ministerio del Exterior, para evitar tener problemas por informar al extranjero de forma permanente sobre los conflictos internos del país. La única faceta en la que la libertad de prensa es débil es en los medios de comunicación chinos, donde existe un temor de los altos cargos políticos de que, en caso de que no sean controlados dichos medios, los ciudadanos reciban versiones distintas a las que desea el gobierno, perdiéndose así el status quo que hasta el momento había favorecido la calma del país. En segundo lugar, y para terminar con la libertad de información, esta se ve mucho más acotada desde el momento en que se produce el fenómeno anterior: control desde el estado de los medios de comunicación, lo que restringe el acceso a la sociedad a otras informaciones distintas de las que publica o desea el régimen.
Por último, es necesario incluir los medios que son utilizados para vulnerar el “Escudo Dorado”, pues existen diversos modos con los que, como nos menciona D.Méndez en la entrevista, es posible evitar el control. Para ello están poco extendidas, aunque es un número creciente, las VPN (Red Privada Virtual), con las que se puede acceder a todo tipo de contenido de Internet, pues se simula el acceso a la web a través de otro país como Francia, Dinamarca o Finlandia. El otro método, y que es el socialmente extendido, es el uso de palabras clave, juegos de palabra o referencias ocultas con las que se evita el control porque el software del “Escudo Dorado” no las tiene registradas.
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