Los revueltas que están sacudiendo el norte de África han abierto un intenso debate alrededor del papel que están jugando las redes sociales en estos disturbios. Desde diferentes sitios nos ofrecen interesantes reflexiones a tener en cuenta. Ya en el caso de las revueltas en Túnez os hablábamos del análisis de Gigaom sobre los pros y contras de la primera “Twitter Revolution“, o “Revolución Twitter”.
Vadim Lavrusik nos habla en Mashable del aumento de la credibilidad de Facebook en el periodismo social, o participativo, tal como también destaca el New York Times. Lavrusik señala la gran cantidad de halagos que Facebook ha recibido al permitir a los ciudadanos egipcios coordinarse durante lo que se conoce como la Revolución del 25 de Enero, en Twitter, #Jan25.
Riyaad Minty, El Jefe de Medios de Comunicación Social en Al-Jazeera English, también destaca «el importante papel jugado por Facebook» a la hora de vigilar activamente el transcurso de los hechos en el terreno. Según Minty esta red social ha permitido a Al Jazeera English saber:
Qué va a suceder, cuales son las protestas previstas, reunir información en tiempo real y encontrar fuentes de información valiosas.
Desde el Guardian nos hablan de «La verdad sobre Twitter, Facebook y las revueltas en el mundo árabe», especialmente en lo que respecta a la llamada «revolución Twitter» en Libia, Túnez y Egipto y se preguntan: ¿pueden las redes sociales derrocar a un Gobierno?:
En la actualidad, las barricadas no se levantan con bayonetas y fusiles, sino con el teléfono móvil.
El siempre polémico Jay Rosen escribe un artículo en Pressthik titulado: «Twitter no puede derrocar dictadores», remitiendo a la misma tesis de la que os hablábamos en el comienzo de las revueltas en Túnez en las que ya el experto en medios sociales Clay Shirky, destacaba:
ninguna reivindicación en un medio de comunicación social molesta lo suficiente como para hacer que la gente actúe, pero ayuda a la gente enfadada a coordinar sus acciones.
Sobre este mismo asunto es recomendable echarle un vistazo a los artículos de Malcolm Gladwell en el New Yorker (Necesita Egipto a Twitter?), Laurie Penny (las revueltas nos tienen que ser Twitteadas) y David Kravets en Wired (Cual es el combustible de las protestas en Oriente Medio? Es más que Twitter).
Sea mayor o menor el papel jugado por Facebook o Twitter, lo cierto es que lo más importantes son las personas que están detrás de estas redes tratando de movilizarse y hacer valer su derechos, pero tal vez, la pregunta clave según Mathew Ingram es:
¿Hubiera pasado esta revolución si no hubiera Facebook y Twitter?
También desde el Guardian, Emily Bell nos habla de «un nuevo pacto entre la prensa y el público»:
Los levantamientos en Oriente Medio nos ofrecen un momento de aprendizaje acerca de cómo los medios pueden reinventar el periodismo con la participación ciudadana.
Bell destaca la necesidad de comprender la información publicada por los ciudadanos y establecer fuertes alianzas con ellos porque sino «el periodismo profesional es insostenible».
No encontramos ante un panorama de emergentes alianzas entre «las agencias de noticias y el público», que Bell destaca como «el signo más alentador para el periodismo».