Cuando la prensa tradicional está sumida en la peor crisis de su historia, ha llegado la recesión económica a darle la puntilla. Es lo que algunos llaman la ‘tormenta perfecta’, en la que muchos medios se adentran desarbolados y con importantes vías de agua en la línea de flotación.
Desde PeriodismoCiudadano.com os venimos informando de esta paulatina crisis desde hace más de dos años. Durante este tiempo, hemos visto como los medios tradicionales buscaban desesperadamente un modelo de negocio que les permitiera subsistir en pleno temporal.
Un modelo que parecía ya desterrado es el de cobrar por las ediciones digitales de los diarios. Hace algunos años, muchos medios adoptaron esta fórmula. Allá por 2003 se hablaba incluso del fin del acceso gratuito a las ediciones on-line. Sin embargo, el modelo de pago fracasó y la gran mayoría de los medios tuvieron que ir dando marcha atrás, uno por uno, para ofrecer de nuevo la totalidad de sus contenidos de forma gratuita.
Desde hace un par de meses, las voces que reclaman la vuelta a los modelos de pago han ido cobrando fuerza. Algunos comenzaron planteando la posibilidad de que los lectores realicen ‘micropagos’ a cambio de acceder a contenidos específicos. El The New York Times recogió la idea el mes pasado en un artículo de David Carr donde se proponía la creación de un modelo al estilo iTunes para contenidos periodísticos.
Dos semanas más tarde, Bil Keller, editor ejecutivo de este medio, respondía a cuestiones enviadas por los lectores en una larga entrevista. En ella, Keller se refería a los posibles modelos de negocios para los periódicos, además de cubrir otros temas relativos al devenir de la prensa, incluida la experiencia del LA Times y el futuro de las ediciones impresas en general. De su lectura queda claro que los medios tradicionales no descartan ninguna posibilidad, incluido el regreso a los sistemas de pago.
Podemos resumir las reflexiones de Keller de este modo:
- Modelo de subscripción. Keller considera que este modelo no está muerto. Cabe recordar que The New York Times tuvo durante un tiempo la sección de pago Times Select, que contenía sobre todo columnas de opinión y periodismo de investigación. Keller afirma que decidieron abandonar este modelo a pesar de que aportaba unos 10 millones de dólares al año, ya que calcularon que perdían más en lectores y en potenciales ingresos publicitarios. Sin embargo, Keller piensa que quizás este fracaso se debió a que sólo una parte y no el periódico entero fue puesto tras la barrera de pago -o quizás a que no se hizo de pago la parte adecuada. Añade además que el principal fallo de este modelo es que los contenidos de pago no son indexados adecuadamente por los motores de búsqueda. En su opinión , la remoción de este obstáculo abriría de nuevo la puerta a este modelo.
- Un modelo de micropago, en el que los lectores paguen unos céntimos cada vez que hacen clic en una noticia. Keller opina que este modelo podría funcionar, al igual que ha funcionado en la industria de la música, a pesar de la existencia de redes P2P y otros canales gratuitos.
- Nuevos dispositivos de lectura. Keller recuerda que hay lectores que en la actualidad pagan por leer los contenidos del The New York Times en sus Kindle, y apunta que quizás este modelo adquiera relevancia a medida que se popularicen los dispositivos de este tipo.
- Un modelo sin ánimo de lucro. En los últimos meses, se ha debatido mucho en EEUU la posibilidad de que los medios impresos sean dotados de fondos operativos, de un modo similar a las universidades o las fundaciones. A este respecto, Keller indica que hay muchos medios que ya operan parcialmente subvencionados (BBC,NPR) y añade que esto no sería deseable para el The New York Times, ya que las donaciones suelen implicar obligaciones y repago de favores respecto a los donantes y, además, no son un talismán infalible contra la crisis económica. Finalmente concluye que la libre competencia es positiva para los medios.
Las repercusiones de las declaraciones no se han hecho esperar. Editor and Publisher infería que el The New York Times está barajando seriamente el hacerse de pago, lo cual, vistas las opiniones de Keller, no sería del todo sorprendente. Por otro lado, otros se han apresurado a recoger el testigo y reclamar abiertamente lo que antes pedían con la boca pequeña: que las noticias dejen de ser gratis. Un ejemplo notable es el artículo ‘cómo salvar tu periódico‘ de Walter Isaacson en Time.com.
La implantación de modelos de pago sería decepcionante y, probablemente, está abocada al fracaso. ¿No es acaso como intentarle poner puertas al campo?
La comparación entre iTunes y los periódicos tampoco parece acertada. Los medios ciudadanos, blogs, twitter, redes sociales y otras plataformas citan y refunden informaciones de medios tradicionales, conduciendo tráfico hasta ellas y permitiendo que los usuarios entablen una conversación al respecto. Esto es muy diferente a lo que realiza una persona cuando se descarga una canción de iTunes o de una red P2P, ya que no la versiona, adapta o incorpora a sus propias canciones o creaciones, sino que la escucha en su versión original y para su propio disfrute. Además, es mucho más fácil para cualquier ciudadano crear, remezclar y difundir información en internet que componer, interpretar y grabar una pieza musical . En definitiva, los aspectos interrelacional, participativo y conversacional del flujo de información en la Red hacen que ambos mundos no sean comparables.
Respecto a dispositivos como Kindle, muchos creemos que serán reemplazados por dispositivos abiertos que permitan surfear la Red libremente, y no sólo descargar contenidos de pago de Amazon u otro servicio concreto. Finalmente, la creación de fundaciones dejaría en manos de los socios fundacionales y de los benefactores la línea editorial del medio, el cual podría subsistir de espaldas a las necesidades de la audiencia, momificando, más que revitalizando, estas organizaciones.
Es curioso que ninguno de estos gurús mencione, quizás por la cuenta que les trae, la posibilidad de reducir los salarios millonarios que cobran los ejecutivos de estos conglomerados mediáticos, ni la posibilidad de simplificar y reconvertir estas estructuras sobredimensionadas y arcaicas para hacerlas más ágiles, baratas, flexibles y adaptadas al nuevo modelo informativo.
De todas maneras, todas estas cuestiones están abiertas al debate. Al fin y al cabo, nadie puede predecir el futuro y, de hecho, quizás la más sabia afirmación de Bill Keller sea ésta:
No faltan opiniones sobre la supervivencia de los periódicos basadas en actos de fe: ¡el papel ha muerto!, ¡los lectores deben pagar por los contenidos en línea!, ¡los lectores jamás pagarán por contenidos en línea!, ¡otorguen dotaciones de fondos a los periódicos, como si fueran universidades! Creo que deberíamos ser un poco más críticos con estas opiniones tajantes. Lo cierto es que, en realidad, no sabemos todavía cómo van a evolucionar los comportamientos de los anunciantes ni de los lectores.»
Vosotros ¿qué opináis?