Es una triste noticia. El grupo mediático estadounidense Journal Register se declara en quiebra. Así lo anunciaba hace unos días Digital First Media, la compañía dentro de la que opera el grupo, y lo explicaba en su blog John Paton, CEO de la compañía. Es la segunda vez en cuatro años que se encuentran en ese trance y, aunque tras la anterior bancarrota consiguieron sobrevivir, en esta ocasión la venta del grupo parece inevitable.
Si algo ha caracterizado a este grupo y su compañía madre en los últimos años es la apuesta decidida por la innovación digital, sin olvidar el acercamiento a nuevas corrientes como el periodismo ciudadano. El propio nombre de la compañía —Digital First— confiesa ya el rumbo a seguir, embarcándose en esa tendencia creciente del periodismo con vocación digital.
Aquí hemos ido siguiendo la evolución de esa apuesta de Journal Register, desde la apertura de su primer Community Media Lab en The Register Citizen —que se replicaría en otros medios del grupo como The Mercury— hasta la inauguración de TC Rover en TwinCities.com. Un camino que ha llevado a abrir la redacción a los ciudadanos en el primero de los casos hasta acercarla literalmente hasta ellos, instalada dentro de una furgoneta, en este último.
La idea, dentro de una clara estrategia digital —con iniciativas como el Open Newsroom Project o IdeaLab—, era adentrarse a fondo en la senda del nuevo periodismo: medios locales —los que conforman el grupo— plenamente comprometidos con la tendencia «digital first» y dando voz y protagonismo a la ciudadanía.
Sobre esto último, el propio John Paton declaraba abiertamente su apoyo al periodismo ciudadano, en un congreso en Madrid en mayo de este año: «Debemos darle a nuestros lectores, televidentes, oyentes… un valor al menos tan importante como el que nos otorgamos a nosotros mismos». Una opinión que consolidaba con otra frase no menos contundente: «Tenemos que ser conscientes de que los periodistas ya no somos la voz de Dios».
Pero a pesar de que esa estrategia resultara acertada —los ingresos digitales de Journal Register han crecido más de un 200% en los últimos años—, no ha sido suficiente para compensar las pérdidas que arrastraban los medios impresos del grupo. Una situación que, como recuerdan en GigaOM, afecta a muchos otros medios y grupos. Los costos y dependencias heredados del periodismo impreso frenan o dificultan el nuevo impulso digital.
El «digital first» —como dicen también en GigaOM— no parece que sea una varita mágica que pueda solucionar la crisis de los medios. Y quizá —aunque para esto auguran un largo periodo aún— esa solución empiece a llegar a través de un cambio de cultura en las redacciones y en la mentalidad con que se diseñan los modelos del negocio periodístico.
Mientras tanto, y lamentablemente, hemos de ver cómo quienes apuestan con decisión por el nuevo periodismo —en este caso Journal Register— encuentran un camino difícil, que a veces conduce al fracaso. Eso que todos nos perdemos.
Vía | Clases de Periodismo