En el apartado de experiencias de periodismo ciudadano hiperlocal incluidas dentro de nuestro libro: “Periodismo ciudadano. Evolución positiva de la comunicación”, escrito por Oscar Espiritusanto y Paula Gonzalo, Antonio Fumero, Jacinto Lajas, Paloma LLaneza y Mariluz Congosto, hoy os acercamos la experiencia de Álvaro RamírezOspina de HiperBarrio-Colombia.
Por todas partes se comenta. Los teóricos lo desmenuzan en sesudos artículos académicos, y los líderes de la Unesco quieren evitar que la brecha digital se ahonde y que los menos favorecidos pierdan el tren de la digitalización. Los ordenadores llegan a las bibliotecas públicas, pero no se entrena a la gente para que pueda sacarles todo el provecho y el potencial que poseen. En los colegios sucede otro tanto. A los maestros no se les brindan ni las herramientas conceptuales ni las destrezas necesarias para orientar a sus educandos en el mundo digital. Muchos no saben cómo participar en la esfera pública, y algunos ignoran que es posible debatir y deliberar por medio de blogs y de otras herramientas de autopublicación. ¿Y qué hace la gente en la mayoría de las bibliotecas dotadas de ordenadores, o en las casas de la cultura? Chatear, usar el correo electrónico, navegar y jugar. Actividades nada despreciables que los vinculan a la tecnología de comunicación más potente de hoy y el futuro, pero que los mantiene en el papel de ciudadanos pasivos y consumidores ávidos de entretenimiento banal.
Para los que veíamos este desierto de despropósitos, se volvió perentorio actuar. En lugar de seguir escribiendo artículos clamando por un cambio, empezamos a idear un proyecto que propiciara espacios libres e informales que permitan a los excluidos ejercer uno de los derechos humanos más fundamentales: la libertad de expresión. Es decir, la posibilidad de pensar en público, de opinar, de crear contenidos con los vecinos para luego subirlos a los accesibles y baratos medios de publicación en que se han convertido los blogs.
Hiperbarrio Colombia nació a partir de estas inquietudes en abril del año 2007. Dos propuestas de activistas voluntarios independientes se fundieron en una sola. El propósito: ofrecer talleres de blogs y videoblogs en dos vecindarios periféricos de Medellín. Entramos así a concursar para acceder a una de las cinco microbecas de 5.000 dólares ofrecidas por Rising Voices (organización creada por David Sasaki de Global Voices Online). Los proyectos de Bolivia, India, Bangladés, Sierra Leona y Colombia resultaron elegidos entre 149 propuestas de todo el mundo.
Lo original de la propuesta HiperBarrio consistía en ubicar los talleres en dos bibliotecas públicas de dos barrios de clase trabajadora, para poder brindarles así acceso gratuito a Internet. Sin esperar a que llegaran los recursos iniciamos los primeros laboratorios de libertad de expresión que llegaban a tres grupos de personas localizadas en el barrio Santo Domingo Savio, y en la Vereda La Loma del Corregimiento de San Cristóbal del municipio de Medellín.
El objetivo central de HiperBarrio es generar bullicio creativo para que muchos más puedan expresarse. Usamos los talleres de blogs y cibermedios como trampolín destinado a crear pequeñas comunidades locales de autores que registran, documentan y producen materiales para autopublicarlos en la Red.
Tal como propuso inicialmente Global Voices, apuntamos a romper no solo el oligopolio del flujo de información, sino también la hegemonía del inglés como idioma en la web, para dar «voz» a quienes no gozan de libertad de expresión. Impartimos talleres de blogs, de vídeo, de edición de sonido, pero también artísticos y filosóficos. Al producir vídeos, textos, fotografías y podcasts se les brinda la ocasión de que observen con nuevos ojos su entorno, que luego vierten en forma de historias, retratos y crónicas. Además de contar historias, también interesa que empiecen a «contar» en las mesas de trabajo, en las juntas de acción local y en el presupuesto participativo de sus territorios. Con el tiempo comienzan a descubrir la importancia de la participación civil y ciudadana; y por medio de acciones concretas se enfrascan en la búsqueda del bien común en sus territorios.
Después de pocos meses de iniciar los talleres y crear blogs, tanto individuales como grupales, se empezaron a publicar vídeos, crónicas y poemas. Con ellos aparecieron también lectores y comentaristas. Surgió así un intercambio tímido pero continuo de saludos, comentarios y discusiones con blogueros hispanohablantes de dentro y fuera del país, y no solo de los miembros entre sí. Los grupos encontraron formas inusitadas de expresarse, sin la mediación de periodistas o reporteros externos. Por la facilidad de idioma se produjeron también intercambios valiosos con sus pares de Voces Bolivianas, especialmente con Cristina Quisbert, la miembro más activa en dicha comunidad.
Puedes leer esta colaboración al completo y descargarte nuestro libro gratuitamente Aquí.