El pasado 14 de Noviembre, día de convocatoria de Huelga General, nuestra colaboradora Elena Rodríguez Flores, estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid, salió a la calle para tomar el pulso a la opinión de quienes se manifestaban ese día. El siguiente artículo relata esa experiencia.
Nos dejan sin futuro. Hay culpables, hay soluciones. Lema de la última movilización, con una (in)eficacia incuestionable, dependiendo del medio consultado.
¿Pero qué reclamamos los españoles? Empleo, ayudas, dignidad. Miles de historias entrecruzadas en un infierno de recortes que “día a día destruyen lo que nos ha costado años conseguir”.
A pie de calle, las historias son muy diversas pero versan todas sobre un punto común. Aquí en Getafe, los recortes que se están produciendo en Sanidad repercuten principalmente en su Unidad de Grandes Quemados, una de las mejores de España, debido a su alto coste. Diversos trabajadores del ámbito sanitario decidieron levantarse indignados por las medidas del Gobierno. Según su portavoz, una de sus iniciativas, además de su página de Facebook, ha sido “una recogida de firmas en el Ayuntamiento para presentar en la Consejería de Sanidad de la Comunidad, siguiendo así el modelo del Hospital de la Princesa, que ya ha conseguido una concesión para decidir en dónde recortar en su centro: a los propios trabajadores. A los trabajadores, no a la gestión del hospital, un paso muchísimo más avanzado, por lo que nosotros queremos hacer algo parecido”. Al grito de “El Hospital de Getafe no se vende, se defiende”, centenares de personas se congregaron en el Ayuntamiento para defender la Sanidad Pública.
Esta crisis, que afecta sobre todo a los sectores sanitario y educativo, no deja indiferente a nadie. Entre los más jóvenes, que hemos acudido en masa a la huelga, la opinión es muy similar en la mayoría de casos. “Hacemos huelga por el ataque que estamos sufriendo. Se aumenta la distancia entre los que más tienen, que no pierden derechos nunca, y los más desfavorecidos. Ni se le recorta a la Iglesia ni a los grandes capitales; pero a nosotros nos imponen la reforma laboral, nos están privatizando la Sanidad, empeorando la Educación…estamos perdiendo una cantidad de derechos adquiridos que es flipante, ya que ha costado mucho conseguirlos”, asegura un joven indignado. La subida de las tasas universitarias ha sido de lo más comentado en los últimos meses, cuestionándose de este modo si existe una verdadera educación pública.
Pero la otra parte de la sociedad también es consciente del panorama negro que nos espera a los estudiantes, a pesar de que nos consideran “la generación más preparada de todos los tiempos”. Por ello, se unen a la causa común a sabiendas de que es complicado: “no vamos a cambiar el mundo, no vamos a cambiar nada de un día para otro. Pero lo vamos a intentar, para dejaros un futuro mejor. Los derechos que ha costado años conseguir los han borrado en menos de un sólo año y hay que hacer algo”.
Pero ante la cuestión de si esto sirve verdaderamente para algo, la cruda realidad choca contra nosotros cual muro. No obstante, “si cuando va a despegar el helicóptero que va a grabar la manifestación, con permiso de la señora Cifuentes, a los dos minutos le dicen “aterrice usted porque está lleno desde Atocha hasta Sol”, es porque no quieren que se vea. Están intentando ocultarlo y ningunear las cifras, diciendo que ha sido un fracaso rotundo, así que por algo será”, certifica un hombre que descansa en un banco tras una ajetreada mañana de huelga.
También es cierto que los altercados ensucian la imagen de una movilización inicialmente pacífica. Una manifestación que se ha producido en las grandes ciudades, no sólo españolas, pero que también ha triunfado en las más pequeñas. Defendemos nuestro derecho a huelga, pero bien es verdad que se debería respetar “el derecho a no hacerla”. Como siempre, un pequeño grupo ensombrece la imagen de una gran multitud, dando pie a tergiversaciones varias. Entre ellas, que según los convocantes, la manifestación de Madrid ha congregado a más de un millón de personas. Por su parte la Delegación del Gobierno ha rebajado esa estimación hasta los 35.000 participantes. Ni siquiera en eso nos ponemos de acuerdo.
Y al grito de “Nos manifestaremos, como hicimos ayer”, la lucha continúa.