Nos cuenta elpaís.com que La Asociación Norteamericana de Periódicos ha abierto un blog para que distintos expertos imagen el futuro de los diarios.
Grandes apóstoles de los nuevos medios, como Dan Gillmor, autor del libro We the media, contempla un futuro donde exista una combinación que preservará «lo mejor del actual sistema informativo» y simultáneamente animará la emergencia de nuevas voces, el llamado periodismo ciudadano, «cuyas palabras necesitamos escuchar».
El profesor Rosental Calmon Alves, uno de los pioneros en periodismo en Internet en América Latina y profesor y director de la catedra Knight de periodismo en la Universidad de Texas en Austin, no excluye que la filantropía deba acudir en auxilio de ese periodismo porque las democracias necesitan un ciudadano bien informado si no quieren debilitarse.
El profesor Philip Meyer tiene una profecía osada sobre el futuro de la prensa: el último periódico en Norteamérica se publicará en abirl de 2040. Después refinó el augurio. Sería en octubre de 2044. De hecho, lo utiliza más como una alarma sobre el futuro que como un acertijo.
Autor de The vanishing newspaper, propone un paradójico reto: en la Era de la Información habrá que salvar al periodismo. Meyer está convencido de que lo que mantendrá determinados periódicos no serán sólo las noticias, sino su capacidad de ser socialmente influyentes. De todos modos, el repertorio de profecías es inagotable.
El editor de The New York Times, Arthur Ochs Sulzberger, considera que los diarios tendrán larga vida pero que también hay que estar preparados para que esta idea sea errónea.
En cualquier caso, Internet ha originado un cambio sustancial en el mapa de la información ciudadana. El periodista ha dejado de tener el monopolio en la intermediación entre un acontecimiento y su relato. El periodista y su empresa ya no son los únicos que tienen las herramientas para construir y divulgar noticias.
Sólo en el mundo de los blogs se crean dos cada segundo y se cuelgan más de 1,5 millones de posts al día. Es un hecho saludable, democrático. Sin embargo, varios analistas advierten sobre los excesos líricos con que se contempla el fenómeno.Los nuevos soportes facilitan al ciudadano ser emisor, y no sólo consumidor, de información, pero también son plataformas para el fraude y la intoxicación.
Vía | elpais.com