Esta semana se está celebrando en París el OuiShare Fest (del 2 al 4 de mayo), “una comunidad global y abierta que reúne a cientos de empresarios, makers, diseñadores, investigadores, representantes públicos y otros ciudadanos interesados en impulsar la economía colaborativa”.
En España, son cada vez más las voces que empiezan a hablar de procomún y de sus posibilidades económicas, colaborativas y sociales. Para Antonio Lafuente, investigador del CSIC, el procomún hace referencia a “lo que es de todos y lo que es de nadie al mismo tiempo(…) Son bienes que no se agotan aunque sí se pueden agraviar. El daño se produce cuando aparecen barreras a su uso o alguien los degrada”.
Como señala Mar Abad, redactora jefe de Yorokobu, “su impacto en la economía global no solo se ha dejado notar en la cantidad de dinero que empiezan a mover las compañías basadas en consumo colaborativo. También lo ha hecho en la reducción de emisiones de carbono y residuos sólidos, el dinero ahorrado, las nuevas relaciones que se están creando y un mayor acceso de los ciudadanos a recursos que de otra forma no podrían disfrutar”.
Forbes ha estimado que este sector moverá más de 100.000 millones dólares en 2020 y Google acaba de anunciar que invertirá 100 millones de dólares en Lending Club, una plataforma de préstamos P2P.
El festival OuiShare, que tiene lugar del 2 al 4 de mayo, pretende responder a una serie de preguntas en torno a los ejes principales de la economía colaborativa:
- P2P. ¿Cuáles son los diferentes enfoques para la creación de un servicio P2P sostenible? ¿Cómo construir confianza en torno a la comunidad? ¿Quiénes son los usuarios de estos servicios? ¿Cuál es el verdadero potencial de este sector?
- El intercambio de alojamiento y el futuro de los viajes. Destacan proyectos como Bedycasa o Knok.
- Monedas alternativas. Iniciativas como Tao Project o Sol-Violette buscan promover el desarrollo de monedas sociales, éticas y complementarias.
- Crowdfunding y sus distintas posibilidades. Como Prêt d’Union, una plataforma de préstamos entre particulares.
- Bancos de tiempo. En torno al intercambio de bienes o habilidades. Como, por ejemplo, Community Forge.
- Comunidades de alimentos. La Ruche Qui Dit Oui, un proyecto que busca poner en contacto a consumidores con los pequeños productores de su región y que ha abierto hasta 12 nodos en Francia.
- Tecnologías cívicas y herramientas de acción colectiva. Herramientas tecnológicas permitan a grupos de personas en cualquier parte organizar, construir sistemas de confianza y colaboración y crear soluciones para los problemas que afectan a su comunidad.
- Modelos colaborativos hacia formas de producción y estilos de vida sostenibles.
- Acceso abierto a la ciencia y a la nueva economía del conocimiento.
- Coworking. Espacios de colaboración y de conexión laboral y profesional. En España, destacan utopic_US o The Hub.
- Monedas virtuales. Destacan Bitcoin, Punkmoney o Dropis.
En cualquier caso, estos ejemplos, nos permiten pensar la necesidad cada vez más urgente de acercarnos al procomún y a la economía colaborativa. Como señala Lafuente, “Lo nuevo es pensar el mundo en tres sectores: el público, el privado y el procomún”.
La primera pregunta es, ¿cómo nos acercamos?