Las críticas surgieron tras la concesión a Magnus Ljungkvist del Nyhetspriset, un premio de periodismo ciudadano patrocinado en Suecia por Politikerbloggen, por revelar el alto nivel de ingresos de la entonces ministra Maria Borelius mientras ésta declaraba no poder pagar las tasas por contratar legalmente a una niñera.
A pesar de que esta noticia se daba en el blog personal de Ljungkvist, los principales críticos con la concesión del premio, Fredrik R Krohnman y Jonathan Leman, argumentan que no se le puede considerar periodista ciudadano. La razón que arguyen es que trabaja para un partido político, los socialdemócratas, donde ocupa el cargo de portavoz del gabinete de prensa.
La discusión que se genera a partir de estas críticas se centra en una cuestión interesante: ¿quién puede llamarse periodista ciudadano? Para los periodistas tradicionales más críticos con el periodismo ciudadano un acto de periodismo se define por quién lo hace (si es o no periodista titulado), premisa que Khroman y Leman aplican también en esta ocasión al periodismo ciudadano.
Obviamente, esta cuestión no resta valor a la información de Ljungkvist ni al hecho de que se anticipara a los medios tradicionales al ofrecerla. Lo que se podría poner en duda es su objetividad. Pero el periodismo ciudadano no es habitualmente objetivo, no podemos esperar que lo sea.
Lo que sí se podría pedir al periodismo ciudadano es transparencia. En este caso concreto, el que los lectores del blog de Ljungkvist tengan acceso al dato de su ocupación en el partido para el que trabaja.
Como sea, el debate sobre quiénes pueden o no ser considerados periodistas ciudadanos está servido.
Vía | Citizen Media Watch