En una de sus columnas para The Guardian, Jeff Jarvis mantenía recientemente que en su contencioso con el gobierno chino Google ha actuado como embajador de Internet, defendiendo los derechos de los ciudadanos en la Red y enfrentando a los principios de un viejo mundo, representado por las autoridades chinas, los nuevos valores que Internet ha traído.
Y concluía Jarvis ese artículo sugiriendo que deberíamos definir esos nuevos valores, esos nuevos principios, en una carta de derechos donde queden claramente establecidos:
Quizá lo que necesitamos ahora es una carta de derechos del ciberespacio para reclamar y proteger nuestra libertad para conectarnos, expresarnos, reunirnos y actuar online; para controlar nuestras identidades y datos; para comunicarnos en nuestros diferentes idiomas; para proteger lo que es público y privado; y para asegurar el carácter abierto de la Red.
Una Carta de Derechos del Ciberespacio que Jarvis quiere distinguir expresamente de lo que sería la redacción de una Constitución. Porque como él mismo declara: «No necesitamos un gobierno del ciberespacio; necesitamos libertad.»
Estos son los artículos propuestos por Jeff Jarvis para ser incluidos en esa Carta de Derechos del Ciberespacio:
I. Tenemos derecho a conectarnos.
Este derecho es preámbulo y condición previa: antes de poder expresarnos en la Red hemos de tener la capacidad de conectarnos.
II. Tenemos derecho a expresarnos.
Nadie puede recortar nuestra libertad de expresión. Reconocemos que esta libertad tiene sus límites, pero éstos deben ser los mínimos posibles.
III. Tenemos derecho a hablar en nuestra lengua.
El dominio en Internet del inglés se ha ido apagando según más y más lenguas han ido entrando en la Red, algo que debemos celebrar. Pero Ethan Zuckerman también advierte que en una Red políglota tendremos que construir puentes entre las diferentes lenguas. Queremos expresarnos en nuestra propia lengua pero también comunicarnos con los otros.
IV. Tenemos derecho a reunirnos.
Internet nos permite organizarnos y colaborar sin la necesidad de organizaciones que articulen esos procesos. Y este derecho de reunión está tan amenazado como el de expresión en los regímenes represivos.
V. Tenemos derecho a actuar.
Estos primeros cinco artículos están encadenados: nos conectamos para comunicarnos, nos comunicamos para reunirnos y nos reunimos para actuar. Así es como podemos cambiar el mundo, no solamente exponiendo quejas sino aportando soluciones. Esto es lo que amenaza a las instituciones que quieren detenernos.
VI. Tenemos derecho a controlar nuestros datos.
Tú deberías tener acceso a tus datos. Lo que es tuyo te pertenece. Queremos una Red que opere bajo el principio de portabilidad, donde tu información y tus creaciones no puedan ser retenidas por ningún servicio ni gobierno y sólo tú tengas el control sobre ellas. Pero no hay que olvidar que cuando alguien adquiere el control otro lo está perdiendo, lo que esconde también sus peligros. Este principio alude al copyright y sus leyes, que definen los límites del control o la creación. Y también suscita la cuestión de si el saber común pertenece a todos.
VII. Tenemos derecho a nuestra propia identidad.
No es algo tan simple como nuestro nombre. Nuestra identidad online está conformada por nuestros nombres, direcciones, comunicaciones, creaciones, acciones, conexiones. Es notorio que en los regímenes represivos mantener el anonimato -ocultar esa identidad- es una necesidad. Así pues ese anonimato, con sus inconvenientes, debe ser también protegido online para proteger a los disidentes políticos o a quienes denuncian irregularidades y prácticas ilegales en empresas e instituciones. Nótese que estos dos artículos -los derechos a controlar nuestros datos y nuestra identidad- conforman el derecho a la privacidad, a la intimidad, lo que es una cuestión de control.
VIII. Lo que es público es un bien público.
Internet es un espacio público, más que un medio. En nuestro afán por proteger la privacidad, corremos el riesgo de restringir la definición de lo público. Lo que es público pertenece a todos. Convertir lo público en privado o secreto sólo sirve a la corrupción y a la tiranía.
IX. Internet debe ser construido y gestionado de manera abierta.
Internet debe continuar siendo construido y gestionado con estándares abiertos. No debe ser dirigido ni controlado por ninguna empresa o gobierno. No debe ser gravado fiscalmente. Ese carácter abierto de Internet es el que le proporciona la libertad. Y esta libertad es la que define Internet.
Version française de la «Charte des Droits dans le Cyberespace» dans Owni.fr.
Vía | BuzzMachine